El Día del Padre, que en Paraguay se celebra el tercer domingo de junio, es una oportunidad para -además de celebrar y congratular- reflexionar sobre el profundo significado de la figura paterna en la vida de los hijos. Un padre no es solo quien provee, sino quien guía, escucha, contiene y acompaña, muchas veces en silencio, marcando con su ejemplo el camino del respeto, la responsabilidad y el amor.
La influencia de un padre se manifiesta en pequeños gestos diarios -una palabra oportuna, una mirada cómplice, una enseñanza transmitida con paciencia- que dejan huellas imborrables en la construcción emocional y moral de sus hijos. Ser padre es asumir un rol activo en la formación de seres humanos plenos, seguros y capaces de afrontar la vida con valores firmes.
En un tiempo donde el afecto y la presencia son más necesarios que nunca, celebrar a los padres es también reconocer su esfuerzo por adaptarse, por estar, por aprender a criar con amor y conciencia.
Que este día sea un homenaje sincero a todos los que eligen ejercer la paternidad con entrega, compromiso y ternura. Porque ser padre es, ante todo, una forma de amar que transforma vidas.